Hacer deporte en cuarentena
- Merly
- 6 août 2020
- 3 min de lecture
Dernière mise à jour : 8 août 2020
Todo empezó con unas escaleras...

Vivir encerrado es la mejor manera para transformarse en una bola de grasa.
Como la cuarentena no permite salir para hacer ejercicio, comer se convierte en un hobby que practicamos con mucha regularidad. Hasta el momento en cual uno se ve frente al espejo y nota la aparición de rollitos de grasa. Como no hay una báscula en el departamento, no tenemos ninguna prueba de algún aumento de peso, solo tenemos está certidumbre que antes nuestro cuerpo era diferente.
El detalle más preocupante es cuando un día tuve que salir a hacer las compras (3 horas de caminata en total) y al día siguiente me dio dolores musculares. En este momento supe que tenía que generar un cambio en mis costumbres.
¡Entonces, tomé la decisión de hacer ejercicio! No puedo salir a la calle pero todavía se puede salir del departamento. Entonces encontré la mejor manera de rentabilizar el hecho de vivir en el nivel 13: subiendo y bajando escaleras. Bajar, subir hasta el piso 17, volver a bajar para subir otra vez y… ya. Es suficiente. Me tardo entre 15 y 20 minutos. Hasta logré motivar a Mike una vez para acompañarme, y el loco se divertía haciéndolo corriendo… Pero acabó igual de muerto que yo, entonces cuando me quiere molestar con esto, yo le recuerdo la historia de la liebre y de la tortuga: no siempre gana el más rápido.
Antes de llegar al final de la primera subida, siento las piernas que trabajan mucho, al igual de la resistencia. Pero no hay pausa, hay que seguir, respirar profundamente y recuperar al momento de bajar levantado las rodillas, para después volver a subir. Al final tengo los cachetes rojos y la respiración corta. La mascarilla no ayuda en nada, pero se tiene que poner cuando estamos en los espacios comunes, regla importante de seguir ya que unos vecinos de otro piso de contagiaron.
Lamentablemente es aburrido. Son escaleras de emergencia entre cuatro paredes blancas y un foco en cada nivel. Por eso empecé a buscar alternativas con aplicaciones de deporte. Sigo ocupando las escaleras cada vez que tengo que bajar, por ejemplo cuando voy a la lavandería o a hacer algunas compras, pero además hago ejercicios cotidianos.
En mi celular estaba una aplicación deportiva que no había ocupado desde… Noviembre de 2018. Bueno. La reinstalé. Empecé en el nivel “principiante”. Hacer una lagartija era imposible para mí y diez minutos de ejercicio me parecían interminables. El tiempo pasó, conservé mi ritmo de ejercicios y ahora ¡logro hacer 4 lagartijas seguidas! Diez si las hago de rodillas. Tengo entre 30 y 60 minutos de ejercicio diario que me hacen trabajar los abdominales, las piernas, los brazos y todo. No estoy tan segura de haber ganado músculo, pero por lo menos me permite empezar el día con mucha energía. Me aseguro que estoy quemando calorías (que recupero enseguida porque estoy haciendo pruebas de pasteles) y por alguna parte estoy cambiando la grasa en músculo.
Además de estos ejercicios mañaneros y de las escaleras, ocupo mis pocas salidas para hacer deporte. Bueno, yo camino. Para ir al supermercado (no el que queda más cerca, pero uno que se encuentra un poco más lejos y mejor surtido) o al mercado. De igual manera cuando tengo que hacer un retiro, el banco más cercano (que no cobra comisiones infernales) queda en el centro, o sea a 50 minutos caminando. Entonces aparto medio día para hacer este trayecto, 7 kilómetros lo que es considerable con la falta global de ejercicio. El cansancio se siente cuando regreso al departamento, pero es un cansancio que da orgullo. Un cansancio justificado.
Lo más difícil es probablemente esforzarse para continuar estos ejercicios en la mañana, pero una vez que agarro el ritmo es más fácil. A veces pienso en la posibilidad de poner alguna clase de baile o de zumba en la tele para cambiar la actividad y aprender algo que pueda ser útil una vez saliendo de cuarentena. Pero hasta ahora, solo sigue siendo una idea.
Fin del reportaje deportivo, es hora del té (o de las once como dicen en Chile y Colombia). ¡Saludos!
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